¿Cómo empezar terapia sin saber por dónde empezar?

septiembre 8, 2025

image (6)

Aquí no tienes que saber por dónde empezar ¡Empezamos desde donde estás!

Es muy frecuente que muchas personas lleguen a consulta con una sensación general de malestar, pero sin poder explicarla del todo. Algunas me dicen: “no tengo un problema concreto”, “no sé si esto es para tanto”, “solo sé que no estoy bien”. Y esa frase, “no estoy bien”, aunque parece vaga, es en realidad muy significativa. Porque cuando algo dentro de nosotros empieza a enviarnos señales, aunque no sepamos aún ponerle nombre, es un síntoma claro de que hay algo que merece ser escuchado.

La idea de que hay que tenerlo todo claro antes de empezar terapia es un mito que, a veces, retrasa durante meses — o incluso años — el acceso a un espacio que podría haberte ayudado mucho antes. Quiero decirte con total claridad que no necesitas tenerlo todo ordenado en tu cabeza para pedir ayuda. No hace falta tener una narrativa perfecta ni saber explicar con detalle lo que te está pasando. La confusión también forma parte del proceso. Y, de hecho, la terapia también sirve para entender qué te pasa cuando no sabes qué te pasa.

A veces, lo que empuja a pedir ayuda es un cansancio emocional que se ha ido acumulando durante años. Otras veces, es una ruptura, un cambio de etapa, una pérdida, un duelo, una crisis existencial. También puede haber ansiedad, sensación de estar desconectado de uno mismo, dificultad para concentrarse, irritabilidad, trastornos del sueño o simplemente una falta de sentido. No siempre hay un solo motivo, ni siempre el motivo que tú crees es realmente el fondo de la cuestión. Por eso es tan importante contar con un espacio profesional en el que puedas explorar, sin prisa y sin juicios, qué hay detrás de ese malestar.

Cuando comienzas un proceso terapéutico conmigo, lo primero que hago es escucharte, sin interrumpir, sin forzarte a explicar nada que aún no estés lista/o para poner en palabras. La primera sesión no es un interrogatorio, ni una revisión exhaustiva de tu vida. Es un punto de encuentro. Me interesa saber cómo te sientes hoy, qué te trajo hasta aquí, qué deseas cambiar (si es que hay algo que quieras cambiar), y qué esperas —o qué temes— de la terapia.

Una de las cosas que más repito en consulta es que cada proceso es distinto, y cada persona necesita cosas diferentes. Algunas personas llegan con mucha necesidad de hablar y ser escuchadas. Otras necesitan espacio para entender lo que sienten, para darle forma a emociones que han sido postergadas mucho tiempo. Algunas vienen con un síntoma muy concreto: ataques de ansiedad, dificultad para dormir, pensamientos obsesivos, falta de motivación… y otras, simplemente, porque quieren conocerse mejor o cuidar su salud mental aunque no haya una “crisis” evidente.

Es importante que sepas que no hay un nivel de sufrimiento que te habilite o no a empezar terapia. No necesitas estar “muy mal” para venir. No tienes que justificarte. A veces, basta con una intuición interna que te dice que es momento de hacer algo diferente. Escuchar esa intuición, aunque venga acompañada de miedo, ya es un acto de valentía. Es una forma de empezar a cuidarte.

Tampoco tienes que preocuparte por saber cómo se organiza la terapia. Yo me encargo de eso. Tú solo necesitas estar disponible para venir, para hablar si quieres hablar, o para guardar silencio si eso es lo que necesitas ese día. Como terapeuta, mi papel no es presionarte, sino acompañarte con respeto y con presencia, ayudándote a construir un proceso a tu medida, en el que tú tengas el control.

A lo largo de las sesiones, irás viendo que las cosas empiezan a ordenarse por sí solas. Que algunas preguntas se abren, otras se resuelven. Que ciertas emociones se suavizan, y que otras salen a la luz por primera vez. Empezar a hablar de lo que llevas dentro es como abrir una ventana en una habitación cerrada: no todo se ve claro al principio, pero poco a poco el aire empieza a moverse.

Sé que no es fácil tomar la decisión de empezar. Que hay inseguridades, dudas, incluso prejuicios sobre lo que es la terapia. Que tal vez lo has intentado antes y no fue lo que esperabas. O que tienes miedo de remover cosas que has aprendido a dejar de lado. Y todo eso está bien. Puedes traer también esas dudas a la primera sesión. No tienes que convencerte de nada. Solo darte el permiso de empezar.

Si has llegado hasta aquí leyendo esto, quizá ya estás más cerca de iniciar ese camino. Y si te resuena aunque sea un poco, este espacio está disponible para ti. Te acompaño desde el respeto, sin etiquetas, sin juicios, con las herramientas que me ha dado la formación y, sobre todo, con la humanidad que me ha dado la experiencia de acompañar a muchas otras personas en procesos muy distintos.